La mejor forma de asegurarse de que Windows Vista va a funcionar correctamente en un ordenador en el que estaba instalado Windows XP es haciendo una instalación de cero, y no actualizando.La actualización es atractiva porque permite conservar, en principio, todos los programas y las configuraciones de Windows XP. Pero, tras algunas instalaciones fallidas por incompatibilidades que el programa 'consejero' de Microsoft no fue capaz de detectar con antelación (por ejemplo, el antivirus Kaspersky), la primera vez que arranca Windows Vista, muchos programas necesitan actualizarse o directamente no funcionan.
Además, algunos archivos de arranque de los programas existentes son bloqueados por el nuevo Windows, con lo que funcionan de forma parcial o defectuosa.
Así pues, lo más conveniente es una instalación limpia del nuevo sistema operativo.
Tal vez sea más interesante instalarlo en un partición, porque Windows Vista y XP pueden convivir en el mismo ordenador. Pero es una opción más compleja.
La más opción radical es formatear el disco duro y luego instalar Windows Vista, pero se pierde toda la información anterior.
La instalación de cero de Vista sobre Windows XP crea una carpeta del sistema nueva, pero almacena en una carpeta llamada 'windows.old' los archivos del sistema anteriores y los programas (ninguno funciona, pero se puede recuperar información).
En cualquier caso, antes de elegir cualquier opción, es imprescindible hacer copias de seguridad de todo lo que queramos guardar: datos de correo (Thunderbird y/o Outlook), agendas, contactos, fotos, 'Mis Documentos', descargas, música en mp3, certificados de seguridad (el de Aeat, por ejemplo)... Todo aquello de lo que no haya respaldo en un servidor.
La instalación es lenta y a veces no se consigue a la primera, pero al final acaba llegando un momento en el que se consigue.
Otra discusión es si merece la pena actualizarse...
El millor consell és no instal·lar-se'l, llevat que sigui estrictament necessari :)
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